Este año cae domingo con olor a rosas y a libro nuevo, no hay día más bonito en el año; las calles y las plazas de Santa Coloma se vuelven todavía si cabe más bonitas. Sant Jordi es tan especial que lleva impregnado el aroma de esa rosa que equivale al simbolismo de la victoria de la valentía frente al miedo, pero en los últimos años, este día tan especial viene asociado al intento de imposición de unos cuantos. Es triste ver como la mayor exaltación de cultura catalana, y que jamás ha creado fractura ni tiene una connotación separatista, se intenta manipular por parte de algunas entidades independentistas como son la ANC y Òmnium, quienes han previsto instalar este año mesas para recoger firmas en favor del referéndum por la independencia.

Ahí siguen, año tras año, con el monotema,mejor dicho, su monotema. Un déjà vu que que cansa, y mucho, con el “he venido a hablar de mi libro” y por muchos otros libros que se regalen ese día, los independentistas siguen con su cantinela de politizar las fiestas de todos, no vaya a ser que a los catalanes se les olvide que aunque no sean mayoría, deben parecerlo.

Pues no, no se nos olvida. Porque mientras los independentistas quieren politizar las tradiciones de todos los y las catalanes/as a su antojo, otros reclamamos que Sant Jordi sea una fiesta plural en la que nos reconocemos todos los catalanes, pero también una festividad Internacional. Sin ir más lejos, Ciutadans ha solicitado, tanto en el Congreso de los Diputados como en el Parlament de Catalunya, que Sant Jordi sea declarado Patrimonio de la Humanidad, porque entendemos que no hay formas más internacional de reconocer nuestra cultura y tradición que exportándola a todos los rincones del Planeta, la lástima es que Junts pel Sí (Convergencia y Esquerra), rechazó esta propuesta, y por consiguiente, Sant Jordi deberá esperar para convertirse en Patrimonio de la Humanidad porque a los independentistas les interesa más crear fronteras ideológicas que abrir Catalunya al mundo.