Si uno ve por las calles de Santa Coloma alguno de los carteles electorales de Ciudadanos pensará irremediablemente en Inés Arrimadas. Lo que pocos verán tras ese cartel electoral serán los miles de militantes, muchos anónimos, que dedican horas a llevar ese mensaje a las calles de la ciudad. Gente que nunca sale en un diario, personas desconocidas, pero que son tan importantes como cualquier regidor de esta formación. Sin estos trabajadores anónimos, Ciudadanos no podría funcionar, así de claro. Son el motor que todo vehículo necesita, sin ellos, el funcionamiento de Cs no sería igual.
Gente anónima, pero con nombre propio. Justo, Antonio, Pepito, Lupe, Rosa, Juan…, hombres y mujeres que deciden restar tiempo a sus familias para dedicárselo al proyecto. Son los mismos que tiran del carro, los que son capaces de sacrificar un festivo familiar para ganar unas elecciones. Los mismos capaces de estar por la mañana en Can Sisteré y por la tarde irse a pegar carteles. Gente anónima pero imprescindible. Hombres y mujeres que siempre llevan la sonrisa como compañera. Gente dispuesta a inflar globos, a subirse a una escalera, a encolar carteles o a repartir publicidad. Personas anónimas para el gran público pero tan importante o más que Albert, Inés o Dimas, pues sin su trabajo Ciudadanos no sería Ciudadanos.